La preocupación por los productos químicos y conservantes utilizados en la industria alimentaria lleva a muchas personas a buscar alternativas como los productos sin conservantes (pan sin conservantes, productos ecológicos, etc.).
Los conservantes son necesarios para mantener los alimentos y evitar el crecimiento de hongos y bacterias, por lo que no son perjudiciales en sí mismos; al contrario, nos protegen de las enfermedades que causan los microbios. Pueden ser peligrosos para la salud si se consumen en grandes cantidades o si tenemos algún tipo de alergia o intolerancia a algún conservante en concreto.
Así, por ejemplo, en productos de consumo diario como el pan, hay alternativas más saludables al convencional como el pan sin conservantes, que suele tener la etiqueta de “ecológico” y, por tanto, cumple con los criterios de calidad de este tipo de producción.
Conservantes: qué son y cuáles son los más comunes
Los conservantes son sustancias utilizadas para prolongar la vida útil de los alimentos y prevenir el crecimiento de microorganismos como bacterias, moho o levaduras que podrían estropearlos.
Además, también permiten que los alimentos puedan preservar su sabor. Al evitar que las grasas y los aceiten se vuelvan rancios, los conservantes controlan el equilibrio acidobásico de alimentos y mejoran su aspecto.
Algunos de los conservantes más comunes utilizados en la industria alimentaria incluyen:
- Benzoato de sodio: se utiliza para prevenir el crecimiento de levaduras, moho y ciertas bacterias en alimentos ácidos como refrescos, zumos de frutas, encurtidos y salsas.
- Sorbato de potasio: similar al anterior, este conservante se usa en productos ácidos como mermeladas, aderezos para ensaladas y productos lácteos.
- Nitritos y nitratos: se utilizan principalmente en carnes procesadas (jamón, salchichas, tocino…) para preservar el color y prevenir el crecimiento de bacterias que puedan causar enfermedades.
- Sulfitos: se utilizan para mantener el color y prevenir el crecimiento microbiano en frutos secas, vinos y algunos productos enlatados.
- Ácido sórbico: se utiliza en muchos alimentos procesados como quesos, embutidos, productos de panadería y bebidas.
- Ácido ascórbico (vitamina C): aunque es una forma natural de conservar ciertos alimentos, también se usa como conservante artificial para prevenir el oscurecimiento en frutas y verduras.
- Ácido benzoico: se emplea en una gran variedad de productos, desde bebidas hasta alimentos enlatados y salsas.
- Propionato de calcio: se usa en productos horneados como pan y pasteles con el fin de prevenir el crecimiento de moho.
¿Cómo afectan a la salud?
La mayoría de los conservantes anteriormente mencionados son considerados seguros para la mayoría de las personas, siempre y cuando se consuman dentro de los límites establecidos por las autoridades reguladoras.
Sin embargo, algunas personas pueden ser más sensibles a ciertos conservantes y experimentar reacciones adversas o alergias. Por ejemplo, los sulfitos pueden ser problemáticos para aquellos con asma o sensibilidad a esta sustancia.
Otros conservantes como el BHA o hidroxianisol butilado, utilizados para preservar las grasas y utilizado desde en productos de panadería hasta en medicamentos, podrían llegar a ser tóxicos si se consumen en grandes cantidades.
Asimismo, los nitratos, sustancia química natural en los vegetales de hoja y utilizada en la conservación de productos cárnicos procesados, pueden llegar a ser cancerígenos si se toman en exceso. Lo mismo ocurre con el ácido benzoico empleado en la conservación de zumos, que además podría producir hiperactividad.
Más allá de los conservantes: la importancia de una dieta equilibrada
En general, la ingesta excesiva de alimentos altamente procesados que contienen un alto porcentaje de conservantes y otros aditivos puede estar asociada con una dieta menos saludable y, por tanto, aumentar el riesgo de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes tipo 2 o las enfermedades cardiovasculares.
No obstante, tal como indica en este artículo de La Vanguardia la doctora Nogués, responsable de la Unidad de Nutrición del Centro Médico Teknon,
“los conservantes son totalmente necesarios e imprescindibles para poder disponer de alimentos durante largos períodos”, además de que “nuestra legislación es lo suficientemente segura para que dichos conservantes no sean nocivos para la salud”.
Lo importante es mantener una dieta variada y equilibrada, basada principalmente en alimentos frescos y lo más naturales posible, así como leer las etiquetas de los productos e informarse correctamente de su composición.
Los conservantes en los productos de panadería: pan convencional y pan sin conservantes
El pan convencional y el pan ecológico, también llamado a veces pan sin conservantes (como el pan de hamburguesa Leon The Baker), presentan diferencias significativas en varios aspectos, que van desde la producción hasta los ingredientes utilizados.
Estas son las principales diferencias.
Ingredientes
La elaboración del pan convencional suele incluir el uso de harinas refinadas provenientes de cereales como trigo, centeno o maíz. Además, pueden contener una variedad de aditivos, conservantes y mejoradores específicos de panadería para mejorar la textura y prolongar su vida útil.
El pan ecológico se elabora con harinas integrales, preferentemente procedentes de cultivos orgánicos. Estas harinas no han sido sometidas a procesos de refinamiento, por lo que contienen todos sus componentes originales, como el germen y el salvado.
Además, los ingredientes utilizados en este tipo de pan deben cumplir con los estándares de la agricultura ecológica, lo que implica la ausencia de pesticidas y fertilizantes sintéticos.
Usos de aditivos y conservantes
El pan convencional contiene diversos aditivos y conservantes que facilitan su elaboración, mejoran su textura y permiten que dure más tiempo.
Por el contrario, el pan ecológico se prepara sin la utilización de aditivos o conservantes artificiales, ya que estos no cumplen con los criterios de producción ecológica.
Proceso de producción
La producción de pan convencional suele centrarse más en la eficiencia y la producción a gran escala. Esto implica un mayor impacto ambiental debido al uso de pesticidas y fertilizantes sintéticos en el cultivo de los cereales, además del enorme gasto energético y de agua de la industrialización que requiere este tipo de producción.
El pan ecológico o pan sin conservantes suele elaborarse de forma más artesanal y tradicional. Además, los procesos de producción suelen ser más cuidados con el medio ambiente y la sostenibilidad.
Beneficios nutricionales
El pan convencional elaborado a base de harinas refinadas tiene menos fibra y nutrientes en comparación con el pan sin conservantes.
El pan ecológico hecho con harinas integrales ofrece más nutrientes y fibra, lo que puede proporcionar beneficios para la salud digestiva y contribuir a una dieta más equilibrada.
Por tanto, el pan ecológico o pan sin conservantes destaca por utilizar ingredientes más naturales y cultivados de manera sostenible, evitando el uso de químicos y aditivos artificiales.
Esto implica una mayor calidad nutricional y un menor impacto ambiental en comparación con el pan convencional.